Secretario eficiente y «eficientista» (1978)
Elogio del Dr. Juan Alemann en su polémica con varios militares por no informar sobre sus presupuestos
No es cuestión de decir que el doctor Alemann es un ejemplo de simpatía, ni que su lenguaje se asemeja a una canción de cuna, por supuesto que no, pero nadie podrá negarle una cualidad que estuvo lejos de caracterizar a sus antecesores: la franqueza, desusada cosa de la que con razón se ha dicho que es una buena amiga con mal aliento.
Por este don tan importante y raramente hallable en la función pública, se lo critica alevosamente. Desde cierto periodismo se lo califica de «eficientista» y de estar en el«cambio de mentalidad» -¡enhorabuena!- , además de acusarlo de querer favorecer a los intereses multinacionales (¡otra vez ese verso!). Cierto sector empresarial, apoltronado en su antisocial «comodismo» y dispuesto a no perder ninguna de las prerrogativas obtenidas del populismo, naturalmente ve en el secretario de Hacienda a un enemigo contumaz de cuya desactivación dependería su propia supervivencia. Por motivaciones distintas y acaso merecedoras de la más severa reprobación, también muchos funcionarios del mismo gobierno han reaccionado contra el Secretario por empeñarse éste en decir al pueblo qué es lo que se hace con su dinero, en qué se lo gasta y en qué se lo malgasta.
Pero el doctor Juan Alemann no es de los que se quedan callados, y retruca enseguida a sus incautos desafiantes. Fue así que polemizó con el presidente del EAM ’78, con la Asociación Argentina del Seguro, con las Cooperativas, con entidades representativas del comodismo empresarial, con el administrador de ENTel y, finalmente, con el Director de Fabricaciones Militares. Y debemos admitir que en cada uno de estos casos el secretario salió airoso por que sus afirmaciones jamás carecieron de razonabilidad, ni sus ideas dejaron de ser claras y fundadas en hechos irrebatibles.
Veamos. Al presidente del EAM ’78 le indignó que Alemann en el plano estrictamente económico y sin tomar en cuenta el indiscutible valor psicológico, revelara el costo del Mundial de Fútbol, pero no pudo negar la exactitud de las cifras ni rebatir las consecuencias inflacionarias de aquel gasto. El presidente de ENTel hizo público su desagrado por el método ingeniosamente dramatizado con que el secretario de Hacienda demostró al país el grado increíble de ineficiencia en que ha caído la empresa, pero no pudo demostrar la inexactitud de las afirmaciones expuestas, ni convencer a nadie que realmente ejerce control en dicha empresa. Finalmente el director de Fabricaciones Militares acusó al Doctor Alemann de provocar graves perjuicios a aquel organismo con sus declaraciones, pero no pudo desmentir que 29 de sus empresas aún no han presentado sus balances a la Secretaría de Hacienda.
Es verdad que no compartimos las generalizaciones muchas veces injustas en que suele incurrir el secretario, como tampoco nos agrada la dureza innecesaria de su draconiano lenguaje. De igual manera nos disgusta que culpe a los empresarios de una inflación que provoca el Estado, y que afirma, aparentemente convencido, que las grandes empresas de servicios públicos «no son privatizables por razones políticas y económicas», pero más allá de estas discrepancias que no deseamos analizar hoy, creemos que el doctor Alemann es merecedor de reconocimiento por el valor con que se compromete ante la opinión pública al precio de una desagradable impopularidad.
Naturalmente el país no está acostumbrado a esta franqueza agobiante. Por eso hasta los más humildes y expoliados se niegan a oír tan duras verdades, y adhieren insensatamente a las diatribas interesadas de quienes propician la política del silencio para que las cosas no cambien.
Ojalá que el doctor Alemann, recaudador y custodio del sudor del país, alcance un día la autoridad y jerarquía que lo salvaguarde de la indisciplina de funcionarios menores que no han sido designados para hacer política sino para cumplir una modesta y en lo posible anónima función.
© Enique Arenz. (Publicado en Correo de la Semana el 12 de junio de 1978)