El «desarrollo» de Frigerio (1983)
Refutación de las ideas del economista Rogelio Frigerio
En un ensayo recientemente publicado en la sección «Hablan los políticos», Rogelio Frigerio insiste en sus erróneos conceptos. Afirma que la Argentina está enferma del «mal estructural del subdesarrollo», pero no dice que hasta 1945 esto no era así, y que el país comenzó a subdesarrollarse como consecuencia del estatismo inflacionario férreamente instaurado por Perón.
Propone, como receta mágica, emitir moneda para refinanciar los pasivos empresarios, recomponer el capital de giro, establecer tasas de interés negativas con las cuales atender los aumentos salariales y promover selectivamente las inversiones. ¡Todo esto con la sola magia de la maquinita! Pero anticipándose a las críticas, afirma categóricamente: «No puede hablarse de efecto inflacionario, puesto que la creación monetaria irá siendo neutralizada por la producción y oferta de bienes y servicios…»
Cuesta creer que el señor Frigerio sostenga semejante sofisma. Cuando se emiten billetes sin respaldo con la ilusión de que la posterior reactivación económica absorberá el excedente, se produce invariablemente el efecto contrario: esa masa espuria de dinero otorga a la población un súbito poder de compra que presiona inmediatamente sobre los bienes existentes en el mercado y hace aumentar los precios. Esa inflación eleva asimismo los costos de las empresas y las presuntas inversiones se volatilizan impidiendo el soñado aumento de la producción. ¿Cuesta tanto admitir que no se puede crear riqueza con un papel pintado? Hay una sola forma de obtener el desarrollo: primero hay que invertir para poder luego consumir. Nunca a la inversa. Ahora bien, ¿de dónde obtener el capital genuino que la Argentina necesita para salir de su grave estancamiento?
No habla el señor Frigerio en su artículo de las inversiones externas, y sólo hace una fugaz referencia a la recomposición del ahorro interno. Analicemos esto: El futuro gobierno se enfrentará con la necesidad de contar con 4.000 millones de dólares para pagar los intereses de la deuda externa, y con 5.000 millones de la misma moneda para importar los imprescindibles insumos para el agro y la industria. ¡9.000 millones de dólares, el total de nuestras exportaciones previstas para 1984! ¿Con qué recursos afrontaremos la amortización de la deuda y las mínimas inversiones de mantenimiento requeridas por nuestras obsoletas empresas del Estado? Además, ¿cómo piensa el desarrollismo alcanzar un relativamente óptimo nivel tecnológico a menos que la transferencia se produzca por vía de las inversiones extranjeras? Hace más de veinte años que los Estados Unidos viene invirtiendo el 5 por ciento de su enorme producto bruto en investigación tecnológica. En Europa el promedio es del 2,5 por ciento. Los prodigios del mundo moderno se deben exclusivamente al esfuerzo de varias generaciones de norteamericanos y europeos. ¿Vamos a desdeñar ese capital disponible? ¿O es que el señor Frigerio piensa sacrificar viarias generaciones argentinas basando su desarrollo en el esfuerzo imposible del ahorro interno?
© Enique Arenz. (Publicado en La Prensa el 26 de agosto de 1983)